martes, 13 de agosto de 2013

La libertad de educarnos

Las elecciones manipuladas no corresponden a una libertad plena, por eso es necesaria la educación como garante en la calidad de las decisiones; las cuales con una base ignorante del conocimiento, solo son la masificación de los intereses de un particular “manipulador”, que mutila la verdadera expresión de la libertad social. La consecuencia de lo anterior se expresa en la realidad latinoamericana y en el continuo perfeccionamiento del arte de persuadir, que ha invadido el discurso político, muchas veces tildado como demagógico y disfrazado como socialista, porque todo lo que tenga que ver con el pobre es tildado como “socialista”, y eso es una falacia histórica.



Lo que el tiempo sí ha demostrado, es que la estabilidad laboral de los políticos dependen de sus encantamientos; discursos mitómanos que son proporcionales a su contenido demagógico y a su supuesta representación de la clase pobre.

La importancia que se le da a los derechos políticos en tiempos de elecciones, y el impulso de los mismos a través del marketing y el propagandismo solapa la importancia que en otras situaciones se le da a otro tipo de derecho, como la educación por ejemplo, que incluso es suspendida durante varios días para la celebración de comicios.

Todo lo anterior es posible gracias a la alta probabilidad de manipular las decisiones de las personas, es ahí donde el oportunista encuentra su posibilidad de éxito; es en la desproporción del conocimiento donde toma ventaja el político, aprovechando la demanda popular como eslogan de su campaña.



La realidad es que la elección de mandatarios está supeditada a la calidad y fuerza de un discurso, a la capacidad de parafrasear, de prometer cosas un tanto poéticas y sobre todo materialistas y no en el análisis de un perfil profesional ni en la propuesta de gobierno de un candidato, por eso a veces  se percibe en tiempos electorales la búsqueda de un poeta y no de un gerente.

La imposición materialista no constituye el camino correcto para alcanzar una sociedad menos desigual, es la creación de oportunidades y el impulso de individuos libres la clave para el desarrollo, el cual no debe ser entendido solo desde el punto de vista occidental.


 La verdadera desigualdad no se haya en el materialismo sino en la desproporción de poderes, siendo la educación un ingrediente importante en la fórmula.

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